Fecundada con la savia vigorosa española y africana, más ciertos aportes procedentes de Santo Domingo francés y lirismo italiano, la música cubana, como identidad propia, alcanza a la altura de 1878 un grado de plena cristalización. Vale decir, por lo tanto, que hasta el momento no se ha probado concretamente la presencia en ella de algún elemento presumible de cultura de nuestros antepasados aborígenes.
La musicología cubana ha demostrado también que el proceso de gestación del lenguaje musical cubano se verificó lentamente a través de los siglos 16, 17 y 18, pues a juzgar por los documentos y demás testimonio que se disponen, músicas, ritmos y bailes de indiscutible perfil criollo saludaron la llegada del siglo 19, sobre todo, en lugares que como La Habana y Santiago de Cuba eran en ese tiempo portadores de un desarrollo cultural y artístico, de cierto nivel, en comparación con otras áreas del colonizado país.
Entre los acontecimientos musicales más importantes ocurridos entre 1800 y 1878, año en que el compositor Miguel Failde (1852-1921) escribiera su danzón titulado Las alturas se Simpson, el cual se reconoce históricamente como el primero de su género escrito en Cuba, mencionamos los siguientes: A) La afirmación musical y danzaría africana en el marco y actividades de los cabildos multinacionales; B) La intensificación en área rurales suburbanas de manifestaciones protagonizadas por inmigrantes de procedencia hispánica; C) El surgimiento en las capas populares, asentadas en zonas suburbanas y urbanas, de diversas expresiones músico-danzarias, tales como el complejo habanero de la rumba; D) El cultivo de la contradanza y la danza por parte de los compositores populares y de las canciones patrióticas, bucólicas y de amor por trovadores del pueblo y autores de la burguesía criolla; E) La divulgación de la guaracha cubana y otros formatos criollos en el teatro bulo; F) El inicio del llamado movimiento nacionalista, que creado por el compositor y pianista habanero Manuel Saumell (1817-70), es continuado por José White (1835- 1905). Nicolás Ruiz Espadero (1832-1890) e Ignacio Cervantes (1847-1905).
Este álbum presenta en dos discos una selección dispuesta de forma cronológica de composiciones musicales creadas entre 1878 y 1977 que son magníficos exponentes en su género o especialidad en el marco de la música cubana.
La audición del danzón Las alturas de Simpson de Miguel Failde, cuyo estreno oficial aconteció en la ciudad de Matanzas en 1879, demuestra el poder de síntesis, en lo formal, estilismo y de contenido, que en ese año habían logrado los compositores cubanos partiendo del lenguaje sonoro creado por el pueblo. Fueron Failde, Rafael Landa y R. Valenzuela los máximos representantes del danzón en su primera etapa, pues con la aparición en 1910 del titulado El bombín de Barreto de José Urfé (1879- 1957) esta forma musical fue completada con la inclusión, como parte final y apoteósica, del cadencioso ritmo ondulante del son oriental.
De esta manera se inicia la segunda etapa del danzón la cual tuvo en Urfé, Antonio Ma. Romeu (1876-1955), Enrique Peña (1878-1922), Eliseo Grenet (1893-1950), Octavio Alfonso (1886-1960), Ricardo Reverón -(1898-1947), Armando Valdés Torres (1898- 1954) y Silvio Contreras (1911-1973), entre sus más destacados exponentes.
Con la súper extraordinaria orquesta de Antonio Arcaño y sus Maravillas (1937-1950) el danzón alcanzó su Ultima dimensión, Orestes López (1908), autor del célebre danzón Mambo (que dio origen y forma al "ritmo" cuya universidad se debe al cubano Dámaso Pérez Prado), sus hermanos Coralia e Israel, Antonio Sánchez, José Valdés, Pedro Hernández, Miguel Tachit, José E. Urfé, Félix Reyna y Enrique Jorrín, son algunos de los más importantes danzoneros de la etapa final del danzón.
Rompiendo la rutina (1929), el primer dánzate cubano compuesto por Aniceto Díaz (1887-1964) y La engañadora (1950), el primer chachachá escrito por el cubano Enrique Jorrín (1926), completan el ciclo clásico del danzón y sus sucedáneos directores.
Manifestaciones del folklore criollo (guaguancó, columbia, cantos de comparsas carnavaleras y políticas, etc.), de la trova de la canción con Sindo Garay a la cabeza, trova del son con Matamoros (1894-1971) su máximo inspirador, la trova del filin, los cancioneros- pianistas, el complejo del son desde el Sexteto Habanero hasta su personalidad culminante Benny Moré (1920-1963), los compositores característicos como Bola de Nieve (1911-1971) y Moisés Simons (1889-1945) e incluso los del teatro llamado vernáculo, donde sobresalen J. Anckermann (1876-1941), Rodrigo Prats (1909) y el mundialmente célebre Ernesto Lecuona (1895-1963), se encuentran representados en esta apretada antología musical cubana.
La música de concierto ocupa varios espacios en este álbum y son Cervantes, Lecuona, García Caturla (1904-40), Amadeo Roldán (1900-39) y Leo Brouwer (1939) los compositores cuyas obras figuran en el mismo. El desarrollo de nuestra música ha registrado desde el triunfo revolucionario de 1959 hasta esta fecha, requeriría varios discos para que se tuviese una idea del nivel cualitativo y cuantitativo. Tal desarrollo se aprecia en todas sus líneas y especialidades de la expresión instrumental y lírica de nuestra música, además de los nuevos caminos abiertos por un impresionante número de creadores aficionados y profesionales, veteranos y jóvenes del pentagrama. Obras de autores de indiscutible consagración popular, entre los mencionamos a Eduardo Saborit (1912-1963), Adolfo Guzmán (1920- 1975), Tania Castellanos, Giraldo Piloto (1929-1967), Portillo de la Luz (1922), José A. Méndez (1921), Rosendo Ruiz Quevedo (1920), Gónzalo Mátici (1911-1974) y Carlos Puebla (1910) han visto y ven con profunda y satisfacción revolucionaria como los jóvenes Pablo Milanés, Martín Rojas, Juan Formell, Jesús Chucho Valdés, Alejandro García y Silvio Rodríguez, por citar unos cuantos de los más conocidos, vienen incrementando el rico patrimonio musical de nuestra patria, especialmente en lo referente al cancionero de tradición patriótica y revolucionaria. Los intérpretes que se han seleccionado para estos discos constituyen expresiones máximas en sus respectivas especialidades.
Los nombres de Ernesto Lecuona, Bola de Nieve, Esther Borja, Maria Cervantes, Joseíto Fernández, Benny Moré, Rita Montaner; las agrupaciones Septeto Nacional de Piñeiro, Orquesta Aragón, Orquesta de Enrrique Jorrín, la Charanga Nacional de Concierto y el conjunto de Chapottin; Frank Emilio, Chucho Valdés, Iris Burget, Elena Burke, Omara Portuondo, Manuel Duchesme con la Orquesta Sinfónica Nacional, Leo Brouwer, etc., confirman el alto nivel de interpretación que acredita este histórico álbum que, como dijimos, abarca en apretada síntesis 100 años de música cubana.
Cuba 100 R & R (1978)
Temas:
01. Las Alturas De Simpson - (Orquesta Típica Cubana)
02. Tu - (Ana Menéndez y Orquesta)
03. Adiós A Cuba - (Frank Emilio)
04. Vuelta Al Hogar - (Frank Emilio)
05. La Chambelona - (Coro Folklórico Cubano - Oscar Velasco)
06. Longina - (Dúo Martí)
07. La Comparsa - (Ernesto Lecuona)
08. El Manisero - (Bola De Nieve)
09. Suavecito - (Septeto Nacional)
10. Ritmica No. 1 - (Manuel Duchesne , Orquesta Sinfónica Nacional)
11. Linda Cubana - (Odilio Urfé , Charanga Nacional)
12. Suite Cubana - (Manuel Duchesne , Orquesta Sinfónica Nacional)
13. Guajira Guantanamera - (Joseíto Fernández y su Orquesta)
14. Son De La Loma - (Trío Matamoros)
15. Cecilia Valdés - (Alina Sánchez , Orquesta de Gonzalo Roig)
16. Compay Galio - (Nico Saquito)
17. A Malanga - (Carlos Embale y Coro Folklórico Cubano)
18. Dolor Y Perdón - (Benny Moré Y Su Orquesta)
19. La Engañadora - (Orquesta De Enrique Jorrín)
20. Te Espero En La Eternidad - (Esther Borja, Ramón Calzadilla y María Remolá)
21. Cuba Es Una Maravilla - (Orquesta Aragón)
22. Canción De Un Festiva l- (Portillo De La Luz)
23. Zapateo Cubano - (Jesús Ortega)
24. Para Vivir - (Pablo Milanés y Grupo de Experimentación Sonora)
25. Juana 1600 - (Conjunto Instrumental Los Irakere)
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